El telón no cae, pero el silencio es ensordecedor. El Teatro Morelos, símbolo cultural de la capital mexiquense, atraviesa su momento más oscuro: la desaparición de su proyector principal, valuado en más de medio millón de pesos, ha encendido las alarmas sobre una cadena de negligencias, opacidad y abandono institucional.
El equipo, adquirido como parte de un proyecto de modernización, no requería más que una lámpara de 18 mil pesos para volver a funcionar. Sin embargo, bajo la administración de Salmai Ríos Jiménez, fue condenado al olvido… hasta que simplemente desapareció. Ni bitácoras, ni reportes, ni responsables. Solo un vacío que huele a encubrimiento.
Pero el proyector es apenas la punta del iceberg. Bocinas inservibles, baños insalubres, luminarias fundidas y restricciones arbitrarias para el uso del recinto completan el retrato de un teatro que alguna vez fue orgullo nacional y hoy parece rehén de la desidia.
Promotores culturales y empresarios denuncian además presiones indebidas y supuestas “donaciones obligatorias” al DIFEM como condición para acceder al espacio. Una práctica que, de confirmarse, representaría un uso indebido del patrimonio público con fines opacos.
La indignación crece. ¿Cómo se esfuma un proyector de medio millón sin dejar rastro? ¿Quién responde por el deterioro sistemático del recinto? La comunidad cultural exige respuestas y acciones inmediatas.
📢 “No es solo un aparato, es el símbolo de cómo se apaga la cultura cuando se administra con negligencia”, señalan los afectados.
Hoy, el llamado es claro: la gobernadora Delfina Gómez Álvarez debe intervenir de forma urgente. Porque si el Teatro Morelos cae, no será por falta de historia, sino por exceso de abandono.
🎭 Teatro Morelos: del esplendor al saqueo institucional.

