🕯️ Una veladora encendida en la oscuridad: el último adiós a Ismael

Todavía no amanecía cuando una mujer cruzó el acordonamiento. Caminaba despacio, con una veladora en mano. Su rostro, marcado por el dolor, se inclinó frente al cuerpo cubierto de Ismael, tendido a unos metros de su motocicleta. Lloraba. Encendió la llama. Y con ella, encendió también una pregunta que todos deberíamos hacernos: ¿cuántas vidas más deben apagarse en el asfalto?

Este domingo, en la carretera México–Toluca, justo en la zona turística de La Marquesa, Ismael perdió la vida. Su cuerpo quedó destrozado en dirección a San Mateo Atenco. El accidente ocurrió en la penumbra, cuando la mayoría aún dormía. Pero para él, el día nunca comenzó.

Automovilistas que pasaban se detuvieron. Algunos abanderaron la circulación, otros llamaron al 911. La motocicleta Vento, negra con rojo, quedó atrás, como testigo mudo de lo ocurrido. Al kilómetro 35 llegó una ambulancia de la Cruz Roja. Los paramédicos no pudieron hacer nada. Ismael, originario de Huixquilucan, ya no estaba. Fueron sus familiares quienes lo identificaron.

La Guardia Nacional y policías estatales acordonaron la zona. Más tarde, el Ministerio Público y el equipo forense realizaron las diligencias y el levantamiento del cuerpo. La Fiscalía del Estado de México determinará si derrapó solo o si otros vehículos lo arrollaron al no poder esquivarlo.

🛑 Este no es solo un reporte. Es un llamado.

Cada curva, cada recta, cada aceleración en una motocicleta puede ser una decisión de vida o muerte. La velocidad no perdona. El pavimento no da segundas oportunidades. Y el dolor que deja atrás no se borra con el tiempo.

Ismael no volverá a casa. Pero tú, que lees esto, aún puedes hacerlo. Maneja con precaución. Respeta tu vida. Respeta la de los demás. Porque detrás de cada accidente hay una historia, una familia, una veladora encendida en la madrugada.

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